lunes, abril 18, 2005

With a little help of my friends

(Este es uno de los artículos que he mandado al concurso en el que estoy metido. Quien me vea a menudo sabe que he tenido que dejar de lado el Blog debido a que estoy en disputa por conseguir una beca para currar en el extranjero y me absorbe todo el tiempo libre que tengo. llevo escritas unas 30 cositas entre cartas y artículos en www.pensandoeneuropa.com y os dejo este porque es el menos coñazo de todos y por su evidente - ejem!- calidad. Como dijo Dominatrix la noche que estuve en Zaragoza con el soviet: "Nunca digas de este agua no beberé, ni este cura no es mi padre, ni esta polla no me cabe".)

Dos acontecimientos, aparentemente inconexos, que han ocurrido en las últimas semanas me han hecho preguntarme acerca de la verdadera naturaleza de aquello que llamamos “democracia”. Estos acontecimientos son las elecciones al Parlamento vasco y la visita del Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, a Latinoamérica y, sobre todo a Venezuela.
Si vamos al diccionario encontramos que democracia es “la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el Gobierno”, o bien “”el predominio del pueblo en el Gobierno político de un Estado. Por lo tanto para empezar hay que diferenciar entre un gobernante democrático (elegido por el pueblo) y uno populista (cuyas políticas están encaminadas a satisfacer al pueblo, lo que desgraciadamente acaba desembocando en demagogia política). Esta puntualización viene al caso ya que desde el entorno mediático europeo los países de la Europa comunitaria son definidos como ejemplos de democracia mientras que los Estados latinoamericanos que se caracterizan por un fuerte desarrollo de la democracia participativa son considerados populistas.
Al día siguiente de la visita de Zapatero a Hugo Chávez, el titular del diario “El Mundo” afirmaba que era peligroso mantener tan estrechas relaciones diplomáticas con un gobernante “poco democrático”. El editorial seguía la tónica marcada por todos los medios de comunicación europeos y especialmente españoles que hacían hincapié en un presunto rearme venezolano producido por las amenazas estadounidenses al definir Venezuela como un “Estado peligroso” y a una Ley audiovisual que controla (no impide) que los locutores de radio y televisión, que en un 90% no controla el Gobierno, dejen de utilizar un lenguaje belicista y golpista en el que se llama asesinos a los Ministros entre otras lindezas. ¿Por qué es Hugo Chávez un dirigente “poco democrático”? En un principio, sin entrar a valorar su ideología, un jefe de Estado que ha ganado dos elecciones generales (en 1999 con el 56’2% de los votos, en 2003 con más del 59%), su partido ha vencido en las elecciones municipales de 2002 y cuya figura ha salido airosa de dos referéndums populares (en 1999 para modificar la Constitución y en 2004 para decidir su continuidad en una consulta revocatoria), en ningún caso puede calificarse como “poco democrático” sin caer en el ridículo más vergonzoso o en la manipulación más sectaria. ¿Por qué tanto miedo a un país en el que con la firma del 20% de los ciudadanos se puede llevar a cabo una consulta para decidir la permanencia del Presidente de la nación? ¡Ni firmando la mitad de los italianos conseguirían algo semejante con Berlusconi!
La calidad de una democracia se suele medir por la representación del pueblo en el Gobierno, por el respeto del Estado a los derechos sociales y políticos, y, en menor medida, por el control que ejerce la clase dirigente sobre los medios de comunicación. Si seguimos analizando el caso de Venezuela podemos ver que ningún país europeo puede siquiera igualar la libertad de derechos sociales y sobre todo políticos con que cuentan los venezolanos (los asuntos de interés nacional deben ser consultados al pueblo, obligación de desarrollar políticas como presupuestos participativos, etc.). Además, hay que añadir que el Gobierno sólo controla un canal de televisión y dos emisoras de radio nacionales en las que el propio Hugo Chávez se dedica a realizar tareas tan poco democráticas como leerle la Constitución a una ciudadanía que cuenta con un millón y medio de analfabetos y a la que sigue siéndole más fácil conseguir un transistor que un libro.
En el lado opuesto tenemos el enorme problema de la falta de libertad en el País Vasco. El terrorismo es una lacra casi desterrada de toda Europa y España lleva ya demasiados años siendo víctima de los violentos. Se nos ha enseñado desde pequeños que el crimen se combate con la fuerza de la Ley, recordemos, la expresión de la voluntad general del pueblo. Es por eso que experiencias como los GAL son moral y éticamente abominables, porque deslegitiman la lucha democrática frente al terrorismo. Hace dos años el Gobierno del PP, con el apoyo del PSOE, decidió sacar adelante la llamada Ley de Partidos, por la cual el partido político abertzale utilizado por ETA, llámese o no Batasuna, podía ser ilegalizado. Batasuna fue ilegalizada, Aukera Guztiak fue ilegalizada. Y todos los demócratas se frotaban las manos pensando en un Parlamento Vasco sin la presencia de ETA, se jactaban del triunfo del Estado de Derecho. ¿Todos? Sólo había un pequeño, ínfimo problema. Que hay gente que votaba a Batasuna. Bastante gente.
¿El problema es que Batasuna financiaba a ETA con el dinero que sacaban sus diputados y del que le correspondía por conformar un grupo parlamentario propio? Pues si el Estado de Derecho puede prohibir un partido, creo yo que también podría y más fácilmente dejar de subvencionar a la izquierda abertzale amparándose en su no condena de los atentados etarras. Pero ilegalizar un partido político es una medida que nunca jamás debería llevar a cabo ningún Gobierno en su sano juicio. Es cierto que Batasuna representa una opción política detestable y antidemocrática, que protege y justifica a terroristas asesinos, que defiende la secesión violenta de una parte de España; todo eso es cierto pero si no defendemos el derecho de la gente que les vota a poder hacerlo nos estamos rebajando a su nivel. ¿Qué hubiera pasado si Thatcher hubiera ilegalizado el Sinn Fein en Irlanda del Norte? Pues muy probablemente que la situación de paz “de facto” que se vive en el Ulster sería una utopía.
Voltaire dijo “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo". Nunca más cierto que en el País Vasco donde una parte de la población vive bajo la amenaza constante, muchos protegidos por escoltas y a otra se le niega el derecho más básico que defiende la democracia, el de votar. Hace 4 años, Euskal Herritarok vio como su número de escaños se reducía a la mitad, de 14 a 7, dejando al brazo político de ETA con el menor apoyo popular de su historia. Hoy, 17 de abril, el Partido comunista de las tierras vascas ha obtenido 9 escaños y es clave para determinar quién formará gobierno. Además, en algunos círculos constitucionalistas se ha hecho una llamada al Gobierno central para que lleve a cabo “ilegalizaciones preventivas” un concepto en sí mismo escalofriante propio de un régimen totalitario. Porque se empieza ilegalizando una idea y se acaba votando al partido único.